Los tipos de vendedores con los que uno debe lidiar cuando entra a una "feria" El libre juego de la oferta y la demanda.
Todos alguna vez entramos a las "ferias paraguayas", bautizadas así porque son los lugares en los que quedaron concentrados los vendedores ambulantes que años atrás vendían en las calles mercaderías traídas, básicamente, desde Asunción, Alberdi, Encarnación y otras ciudades del país vecino.
Algunos son asiduos compradores de esos sitios, otros -por querer simular una actitud fashion de cuarta- se ponen pelucas y bufandas para no ser reconocidos al hacer sus compras en un lugar de esos. El caso es que, quien más, quien menos, conoce los distintos modelos de vendedores que existen.
* El "perseverante": Es bastante común encontrarlo. Aprovecha el estrecho sistema de pasillos de los galpones de ventas para ponerse a mitad de camino del potencial cliente y abarrotarlo a preguntas. "¿Qué anda buscando?", es apenas la primera. Si uno comete el error de dar una pista, por ejemplo diciendo "un calzado para mi nene", él (o ella) responderá con un larguísimo listado de marcas, precios y promesas de duración de todas las zapatillas y zapatos que tiene. Y si usted insiste en dar referencias, puede llegar a salir a los dos días y medio.
* La sedentaria: Evidentemente, su consigna de vida es "¿Para qué ponerse nerviosos si eso hace mal?". Generalmente es mujer, y desde que llega a su puesto hasta que se va está sentada en una silleta tomando tereré. Incluso, con los años aprende a decir el "¿qué anda buscando?" sin necesidad de mover la boca. Lo increíble es que nunca cierran, lo que da a entender que les va bien.
* El emboscador: Su principal aliado es el poco espacio para circular. Ve venir a su presa desde 20 metros antes, y se esconde entre vestidos floreados y estuches para celulares. Hay quienes hasta logran convertirse en termolares, afirma la leyenda. Cuando la víctima cruza a su lado, la atrapa y se convierte en perseverante. Uno termina comprando algo como quien paga un rescate por sí mismo.
* El experto en todo: En su puesto vende desde reproductores de mp3 hasta aparatología para consultorios odontológicos y ropa Armani trucha. No importa lo que le preguntes, sabe de todo, y siempre resulta que, si preguntás, todo lo que él tiene es exactamente lo que necesitás. Por supuesto que al llegar a tu casa descubrís que te ensartaste como un reverendo pelotudo.
* El heavy: No sabés por qué mierda se puso a vendedor si desde que te acercás a su puesto te mira con cara de "venís a joderme preguntando algo y te abro con una navaja desde el ombligo hasta la garganta". Suele tener los ojos inyectados en sangre, algún tatuaje, y cada duda tuya le cae como una patada en el páncreas, razón por la cual te contesta entre gruñidos. Por miedo a que te apuñale por la espalda mientras te vas, terminás comprándole cosas caras.
* La guía: En su puestito tiene tan pocas cosas, que hasta te dan ganas de venderle algo vos a ella. Pero se siente tan culpable de su escasa oferta, que cuando le pedís lo que no tiene, recorre toda la red de pasillos hasta encontrar el puesto en el que te pueden vender lo que necesitás. ¿Irá a comisión o es una princesa cumpliendo una maldición?
* El chanta: Te quiere hacer creer que las marcas que figuran en ropas y zapatillas son reales. "Estas nai son las que usa Ginóbili, y están a 2.000 dólares el par, pero a vos te las dejo en 55 pesos", te dice. Generan en uno la infinita pena de escuchar a veces a clientes muy pelotudos, o que vienen de otros lugares, que dicen: "¡Mirá, los relojes Cartier a 30 pesos!", y se compran ocho.
* El promesero: No importa lo que le pidas, si unos vaqueros de talle raro o un repuesto para turbina de jet, él siempre te va a responder lo mismo: "Ahora no tengo. Pero para la tarde te consigo".
* El regatero: Te hace sentir un boludo total, porque comprobás con él que nunca sabrás el precio real de sus mercaderías. Cuando te acercás a su puesto, si mirás con cierto interés una camiseta de fútbol, te dice: "Es la del Manchester original, en cualquier lado está a 300 pero te la dejo a 70 porque ya es la última". Como te ve dudando, reaparece con: "Dame un 50 y estamo". Vos hacés una evaluación del contenido de tu bolsillo, y te manotea lo que tenés en la mano mientras te pasa la camiseta: "Bueno, 15 y listo".
Fuente:http://www.angaunoticias.com.ar/variete/602-feriatipos.html