Los principios activos que le dan sus distintas fragancias tan particulares a los perfumes han tenido, a lo largo de la historia, origen vegetal y animal. Es decir, desde hace más de cinco mil años que se sabe que la raza humana ha elaborado algún tipo de producto para perfumarse. Siempre sus composiciones se han basado en sustancias de origen animal, como el almizcle –producto de la secreción de algunas especies animales como el buey-, o el ámbar gris –secreción intestinal de las ballenas; o de origen vegetal. Estas últimas se originan básicamente en esencias de flores y hojas y frutos, como la esencia de rosa, la menta, o la citronela, que le otorga esas notas tan distintivas a los cítricos.
Pero la industria humana ha evolucionado, y ha encontrado soluciones a los muchos problemas que la producción de esencias orgánicas traía aparejada. Por un lado, las sustancias de origen animal han ocasionado la extinción o casi extinción de muchas especies, como el ciervo almizclero. El problema es que para extraer el almizcle, que es una hormona que genera la atracción sexual entre los miembros de la raza, es necesario matar al animal. Y esto para lograr una pequeña cantidad. Por otra parte, las sustancias de origen vegetal requieren de enorme masa de materia prima para sacar una minúscula gota del principio activo. Pero, la química tiene una respuesta que soluciona todos estos inconvenientes, y resulta mucho más sustentable económicamente. Si no existieran los sustitutos químicos de estas esencias naturales, los precios de los perfumes serían astronómicos, como lo eran en la Antigüedad, período durante el cual eran bienes privativos de la nobleza y los gobernantes.
Gracias a estas nuevas tecnologías los nuevos perfumes tienen entre un 50 y un 90 % de este tipo de productos sintéticos, sin perder toda su calidad y su personalidad tan distintiva. Un ejemplo claro es Thesaron, una nueva molécula francesa, exclusiva de Davidoff –marca del emporio Coty. El Thesaron es el equivalente a los aceites esenciales de rosas o hidrosoles de rosa, y es mucho más tolerable a nivel reacciones alérgicas, dado que no contiene acetona, que es uno de los componentes de la versión natural de la fragancia.
La química nos permite descubrir y desarrollar, inclusive, nuevos aromas que no están presenten en forma natural. Por esta causa, los fabricantes de perfumes gastan enormes sumas de dinero en nuevos desarrollos para darle a estas sustancias estabilidad para soportar todo el proceso de elaboración y perdurabilidad. Gracias a la química, tenemos entre nosotros cada año 600 nuevos perfumes, para delicias de todos los que aman esas fragancias embotelladas en preciosos frasquitos que, como genios encerrados, esperan ser liberados.
Andrea Andorra es asesora de belleza para http://www.perfumesandorra.com, tu tienda online de perfumes y cosméticos.