Cuando el sexo es lo único que importa

Hace unos años, yo tenía un amigo que opinaba que aquella canción que decía ‘Mami qué será lo que quiere el negro’ era posiblemente la pieza más romántica de todos los tiempos.

No creo que una querida lectora que tuvo la bondad de escribirme recientemente piense hoy algo parecido. He aquí su misiva:

“Señor Romeo:

Hace unas semanas decidí ingresar a uno de estos portales para conocer personas que buscan amistad, romance, matrimonio, otros. Nada que ver. Ha sido una decepción total hasta el momento.

Resulta que conocí a este caballero extranjero de cuarentitantos años, pero que vive en Puerto Rico hace bastante tiempo y me invitó a cenar. Claro, antes del encuentro nos escribimos y compartimos fotos por correo electrónico; y también hablamos por teléfono.

La cuestión es que llegó el gran día, el día de la cita.

Me pareció guapo, inteligente, interesante, profesional... pero no perdía el tiempo.

Inmediatamente me preguntó que cuándo yo creía que se podía compartir íntimamente (sexo).

La cuestión no me asombró tanto porque con otros chicos, extranjeros y puertorriqueños, me había sucedido la misma dinámica. A la verdad que algunos hombres no pierden tiempo.

Para mí, sin embargo, eso era indicador de que este caballero no estaba en busca de intentar una relación seria. Lo que buscaba era una aventura y nada más.

Hombres así deprimen porque no buscan amor, lo que buscan es un rato de placer y nada más. Claro, muchos hombres abusan porque el dicho que dice así les favorece: ‘Siete mujeres para cada hombre y hasta una extraterrestre si se deja’. ¡Qué terrible!

Hombres, por favor, sean más disimulados. Hay observaciones o sugerencias en internet para que no cometan esos errores en la primera cita. Ustedes son artistas y creativos. ¿Qué está pasando con ustedes? Mi amigo Romeo Mareo, ¿usted no es uno de ellos, verdad? ¿Un hombre frettoloso'?

“¿Qué opina de este suceso?”

Voy a ponerme mi sombrero de pensador profundo: me parece que siempre ha habido hombres de este tipo. La novedad es que, en nuestros tiempos modernos, ya incluso pueden atreverse a decirlo en una primera cita, sin temer ofender a su acompañante.

Y, claro, también ha habido siempre mujeres que están en esa misma onda.

Hace unos cuantos añitos -con el permiso del lector que por alguna razón, que espero que no sea física, odia el uso de diminutivos-, me pasé una temporada profundamente enamorado de una muchacha a la que llamaré Lucía, en parte por lo ‘lucía’ que era con sus encantos femeninos. Luego de meses de ‘impasse’ en lo que a ‘intimidad’ se refería, Lucía premió mi terquedad e insistencia. Y al finalizar el acto, naturalmente, le declaré mi amor y hasta llegué al punto de proponerle matrimonio.

Lucía, sin embargo, me dijo sin ningún tapujo que ella no pensaba en mí “de esa manera”, sino como un posible compañero ocasional, siempre y cuando ella no anduviera enfrascada en una relación más seria.

Por supuesto que me rompió el corazón... y solo volví a verla unas cincuenta veces más, como mucho.

En fin, en relación con lo de ‘Frettoloso’... confieso que desconozco el término. Por si las moscas solo le diré que soy sagitario.