Los indicadores que te pueden permitir darte cuenta de que sos un dominado
Pocas cosas avergüenzan más a un hombre y ensombrecen más su vida que terminar entrampado en un matrimonio donde es un simple lacayo de una mujer extremadamente dominante. El "dominado", además, no sólo padece su condición de tal intramuros, sino que en cuanto esa circunstancia es advertida por su entorno, nada ni nadie puede salvarlo del escarnio, el desprestigio y la total pérdida del derecho a ser respetado.
Si bien todos los médicos hombrólogos coinciden en que el dominado a lo sumo puede controlar el avance de su enfermedad, para jamás logra curarse, no está de más, al menos, estar al tanto de si uno forma parte de esa legión de infelices o está a salvo.
Un dominado se identifica con las siguientes señales:
Los faltazos a los asados: El dominado siempre falta a los asados con los vagos, ya sea que se trate de compañeros del laburo, los muchachos del fútbol o los de la promoción de la secundaria. Sus excusas empiezan siendo comunes y luego, al irlas agotando, se tornan inverosímiles.
a) "Se murió mi suegra. ¿Ya la otra vez había faltado por lo mismo? No, lo que pasa es que la otra vez murió la que parió a mi mujer, y ahora murió la que había donado el óvulo".
b) "Che, no voy a poder ir, se me cagó el auto. ¿Qué?¿Te podría pasar a buscar Fabián con su coche? Eehh, y no, dejen nomás, no le puedo hacer eso a mi Fordcito".
c) "Se me cruzó una espina de surubí en la garganta y chocaba con los marcos al querer pasar por la puerta".
La expropiación de los gustos: El dominado ya no elige lo que le gusta, sino lo que su mujer le indica que debe gustarle. Diálogo típico antes de ir a una reunión de amigos:
Ella: ¿Esa camisa vas a llevar? Pero si tenés la violeta...
El: Prefiero la marrón, la violeta me deja muy puto, Yoli.
Ella: ¡Aaaayyyy, guardaaaaa, habló Rodolfo Valentinoooo! Con la busarda que tenés, la marrón te deja como un palo borracho. Dale, dale que todavía tenemos que ver qué pantalón te ponés.
Obvio que uno llega a la casa donde se hace el encuentro, y lo primero que se oye es al gracioso de turno gritando: "¡Che, miren la camisa del Nacho, se nos volvio trolanga!".
Langa castrado: El dominado es mirón. Cuando anda solo por el centro, tiene una especie de escáner incorporado que le permite detectar buenos culos en 100 metros a la redonda, y los mira sin ningún disimulo, casi con la esperanza de que la dueña del traste le diga: "Dale, nene, servite si tanto te gusta".
Pero cuando sale con la mujer, el dominado ve pasar a Jessica Cirio con una calza blanca y no atina a nada. Mantiene un inescrutable rostro de prócer que mira sólo al futuro, totalmente conciente de que su esposa tiene activado el radar que capta el más infinitesimal movimiento de pupilas de él. Sabe que una micromirada a la loba le puede costar una hermosa cagada a piñas al llegar a la casa.
Las miserias expuestas: Para la mujer del dominado, éste es una especie de electrodoméstico de cuyas fallas se puede hablar en público sin ningún tapujo. Ejemplo en un restorán al hacer el pedido:
El: Yo quiero una milanesa con fritas, con un vinoli totín.
Ella: No, no, no, que después llegamos a casa y te dormis enseguida. Mire, a él tráigale algún jugo de algo, y no sé, una comida que tenga nueces y todo eso, bien afrodisíaca. Porque últimamente...
El cuidado de los chicos: Lo ven todos en las reuniones familiares. Los hijos del dominado y la dominadora son casi siempre unos pendejos de mierda, rompequinotos a más no poder. ¿Y quién se hace cargo de ellos? El boludo, obviamente. Es el dominado el que intenta controlarlos, los alza, les canta, les corta la comida, se deja insultar por ellos. Mientras, ella fuma comentando la novela con las demás minas presentes.
Los hombres miran al dominado andar de aquí para allá, invadidos por una mezcla de asco y solidaridad de género.
Las puteadas: La dominadora faltó el día que enseñaban discreción. Resultado: le importa un pomo cagarlo a pedos al imbécil delante de cualquiera. Si tienen empleada doméstica, la mina será testigo reiterada de sopapos, bolsazos y ceniceros voladores.
Ante otros públicos, la descalificación toma formas menos físicas, pero más letales. Si, por ejemplo, el dominado al querer agarrar el pan tumba una botella de gaseosa, ella, sin dejar de manducar, soltará: "La culpa es de ustedes por poner cosas cerca de él, si saben que es un inútil".
Lo terrible es que él no desmentirá nada. A lo sumo dirá: "Pero si últimamente casi no venía volcando nada, Yoli".
La tele: El dominado no mira lo que le gusta, sino lo que ella decide que se puede mirar. Eso lo convierte en vergonzante experto en telenovelas y series pelotudas de minas. No sería tan grave si ella, en reuniones, no gritara de tanto en tanto, desde la otra punta de la mesa: "Che, Nacho, ¿con quién era que se casaba Natacha Vergara Rosales después de que recuperaba la vista en 'Vientos de amor apasionado'?".
El dominado, tratando de decirlo lo más bajito posible, responderá: "Con el señor Lautaro Gonochea Velorza". ¡Pero qué pedazo de pelotudo, por Dios!
Barreda, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
http://www.angaunoticias.com.ar/variete/635-dominado.html